Un día como hoy hace 75 años, Benito Mussolini era fusilado en un pequeño pueblo del Lago de Como, por los partisanos. Junto a él, su amante: Clara Petacci. Con ellos, caía la dictadura del fascismo y terminaba para Italia la II Guerra Mundial.

R esumen:

1945

24 de abril. Empiezan las primeras revueltas en lo barrios obreros del norte de Milán. Los aliados avanzan hacia el norte y la caída de la República Fascista italiana tiene las horas contadas.

25 de abril. Mussolini tiene un intento frustrado de negociación con los partisanos. Escapa de Milán hacia la frontera con Suiza.

27 de abril. Sandro Pertini anuncia en Radio Milano Libera que el dictador había sido capturado, con estas palabras: “Trabajadores, el fascismo ha caído. […] El jefe de esta asociación criminal, Mussolini, mientras estaba amarillo por el horror y el miedo al intentar cruzar la frontera suiza, fue arrestado. Tendrá que ser entregado a un tribunal popular para ser juzgarlo. Y para todas las víctimas del fascismo y para el pueblo italiano del fascismo arrojado a tal ruina, tendrá que ser ejecutado. Esto queremos, a pesar que creemos que para este hombre el pelotón de fusilamiento es demasiado honor. Merece ser asesinado como un perro rabioso”.

28 de abril. El Comité de Liberación Nacional Alta Italia (CLNAI) decide que la Resistencia debía asumir la responsabilidad de la sentencia y el dictador es ejecutado. Su cuerpo es traído a Milán y colgado en una plaza.

La amante

Clara Petacci siempre había estado enamorada de Benito Mussolini. Con sólo 14 años, envió una carta al dictador luego de un atentado que éste sufrió en 1926 y que le dejó heridas en su cara. En esa misiva, la joven romana se definía como una “pequeña fascista de la primera hora” y su insistencia en el envío de cartas duró hasta que un encuentro casual los puso cara a cara. Ella tenía 20 años, él 49.

Mussolini estaba casado ya con Rachele Guidi, mientras que Clara había contraído matrimonio con Riccardo Federici, un oficial de la Fuerza Aérea italiana con el que estuvo en pareja dos años. A partir de ese momento, Clara y Mussolini comenzaron una relación extramatrimonial turbulenta que duraría hasta la muerte de ambos en 1945.

Petacci llevó durante toda su vida un diario íntimo donde anotó cada detalle de su vida con el dictador: la correspondencia entre ambos, la transcripción de las llamadas telefónicas y hasta anotaciones de todos sus encuentros. Todo ese material da cuenta de la devoción que la joven sentía por Mussolini y también de su compromiso por la causa fascista. Su lealtad a su amante la llevó a encontrarlo en Milán los días previos al inicio de la revuelta ciudadana desatada el 24 de abril.

El fin del Duce

Mussolini contaba con un plan en caso de que las cosas salieran mal, y con la llegada de la primavera del ‘45, las cosas estaban saliendo mal. A medida que el ejército alemán se retira de la península italiana, Mussolini comienza a planificar una posible ruta de escape y salvación personal. El plan del Duce era escapar hacia el “Redotto Alpino Republicano”, un refugio en la zona del Valtellina, territorio todavía controlado por los fascistas y de fácil acceso desde la ciudad de Milán.

Pero con el avance de las tropas angloamericanas, la insurrección popular y la desorganización dentro del Partido Fascista, el plan de Mussolini no pudo llevarse a cabo. Por otro lado, los alemanes ya estaban llevando a cabo negociaciones con los Aliados para una rendición, por lo que la operación de salvataje de Benito no había sido aprobada. El Duce se daba cuenta de que estaba completamente solo.

Los bombardeos sobre Milán durante la II Guerra Mundial

Desde el 19 de abril, Mussolini se había instalado en la prefectura de Milán junto con los jerarcas que todavía le eran fieles. En marzo, con la ayuda del Arzobispo de Milán, Ildefonso Schuster, había iniciado él también negociaciones con los aliados que fracasaron. Los comandantes angloamericanos no aceptaban una rendición con condiciones. Las conversaciones con las autoridades suizas para permitirle una escapatoria por las fronteras tampoco resultaron positivas.

Con todas las posibles opciones obstruidas, la única opción de Mussolini era escapar.

Propaganda fascista en el Duomo de Milán, durante la dictadura de Benito Mussolini.

Propaganda fascista en el Duomo de Milán, durante la dictadura de Benito Mussolini.

El 25 de abril, mientras las insurrecciones fuera de la ciudad ya estaban en marcha, Mussolini se jugó su última carta: se reunió por última vez con Schuster, en un intento extremo de evitar un enfrentamiento y llegar a un acuerdo con CLNAI, el Comité de Liberación Nacional Alta Italia. La reunión no condujo a nada.

Según lo que el cardenal dijo años después, Mussolini le dijo que quería seguir luchando desde las montañas con “tres mil camisas negras”. “No se engañe, Duce, sé que las camisas negras son sólo trescientas, y no tres mil como se les hace creer”, le habría contestado Schuster. 

Horas después de la conversación con el arzobispo y sin más opciones, el dictador decide intentar cruzar la frontera clandestinamente. Fue a Como con las fuerzas restantes y con un grupo de jerarcas y allí se unió a una columna de vehículos alemanes, disfrazado de soldado alemán. Era el 27 de abril y Clara Petacci viajaba a su lado.

En los alrededores de Dongo, en la orilla occidental del lago de Como, los partisanos de la 52ª Brigada Garibaldi “Luigi Clerici” detuvieron el convoy. Al comando alemán se le dio la oportunidad de pasar, siempre que se dejara inspeccionar el vehículo. Los alemanes aceptaron, pero los fascistas que viajaban en su interior se opusieron y comenzó el intercambio de disparos que duró unos 20 minutos.

Los fascistas acorralados, se rindieron y los partisanos reconocieron a Mussolini. Son tomados de rehenes y llevados a un cuartel cercano. Durante las horas que permaneció cautivo, los partisanos lo obligaron a escribir una nota, testimonio histórico de esas horas. Mussolini escribe:

“La 52ª Brigada Garibaldina me capturó hoy viernes 27 de abril en la plaza de Dongo. El tratamiento durante y después de la captura ha sido correcto”


La última noche

Mussolini y Petacci fueron llevados a una casa privada entre Azzano y Mezzegra, a unos 20 kilómetros de Dongo, donde pasaron su última noche. Esa noche, el Comité de Liberación Nacional Alta Italia (CLNAI) desde Milán decide no entregar Mussolini a los Aliados. Al partigiano Walter Audisio, cuyo nombre de batalla era Valerio, se le da la orden de ejecutarlo.

De esas últimas horas se ha escrito mucho pero no existen documentos históricos suficientes ya que hay versiones cruzadas. Lo único cierto es que la orden de fusilamiento llegó de los altos mandos de la Resistencia en Milán y que fue ejecutada por Walter Audisio, Aldo Lampredi y Michele Moretti, en horas de la tarde del 28 de abril.

La sentencia no incluía a Clara Petacci, pero según los partisanos, la amante se aferró a Mussolini y murió junto a él en el momento que caían sobre el dictador una lluvia de disparos. Los cuerpos fueron cargados en un camión y transportados a Milán.

Los fascistas sin vida fueron colgados de los tobillos en Piazzale Loreto, al final del Corso Buenos Aires, donde se encontraba una vieja gasolinería de la Standard Oil. Allí, unos meses antes, habían sido expuestos de la misma manera, los 15 líderes partisanos ejecutados por el régimen tras las primeras manifestaciones obreras en la ciudad llevadas a cabo en Agosto del ‘44. Los cuerpos de Clara y Mussolini recibieron por parte de la población todo tipo de vejámenes al punto tal de no ser más reconocibles.

Una nota encontrada en los bolsillos de Benito Mussolini durante la autopsia reveló que su verdadera intención era la de escapar a España antes de ser arrestado por los partisanos. La noticia surge del texto de la autopsia publicado en su totalidad en la edición de octubre de 2010 de “Patria independiente”. El artículo del entonces director de la revista ANPI (la Asociación Nacional de Partisanos de Italia), Wladimiro Settimelli, se basa en el informe experto preparado por el autor de la autopsia sobre los cuerpos de Mussolini y Petacci, el profesor Pierluigi Cova.

El cuerpo del dictador

Después de la ejecución de Mussolini, su cuerpo fue enterrado en una tumba sin nombre en el cementerio mayor de Musocco, al norte de la ciudad. En 1946, el cuerpo fue localizado y desenterrado por un joven fascista, Domenico Leccisi, quien los escondió durante 16 semanas para luego trasladarlo a un monasterio en Pavía. De allí el cuerpo fue llevado a un monasterio capuchino en el pequeño pueblo de Cerro Maggiore, donde permaneció once años en secreto, incluso de la familia de Mussolini.

En 1957, el primer ministro Adone Zoli aceptó el reingreso de Mussolini en su lugar de nacimiento: Predappio en la Romaña. Zoli dependía para gobernar en el Parlamento de la extrema derecha -entre ellos Leccisi, quien en ese entonces era diputado del partido neofascista Movimiento Social Italiano-. 

El aniversario de la muerte, 28 de abril, se ha convertido en una fecha en la que los partidarios neofascistas realizan grandes manifestaciones. En Predappio, se lleva a cabo una marcha entre el centro de la ciudad y el cementerio pese a que la apología al fascismo está penada por la ley italiana: la Ley 645/1952 sanciona a cualquiera que promueva u organice de cualquier forma el establecimiento de una asociación, movimiento o grupo que tenga las características y persiga los objetivos de reorganizar el partido fascista disuelto, o cualquiera que exalte públicamente exponentes, principios, hechos o métodos del fascismo, o sus objetivos antidemocráticos.

Almanaque de 2017, encontrado tirado en la calle en Bellizzi, un pueblo de Nápoles

Almanaque de 2017, encontrado tirado en la calle en Bellizzi, un pueblo de Nápoles

Desde Crónicas de Milán sostengo que el Fascismo no es una opinión, es un crimen.

 

Películas para entender el fascismo y la Italia de la II Guerra Mundial

Fuentes:

https://www.anpi.it/

https://www.ilpost.it/2020/04/28/morte-di-mussolini-claretta-petacci/

https://es.wikipedia.org/wiki/Muerte_de_Benito_Mussolini