Realizado por Leonardo da Vinci en su instancia en Milán, es considerado el primer retrato moderno en la historia del arte europeo. La sorprendente historia de cómo el cuadro llegó hasta nuestros días y el misterio sobre la identidad de la modelo hacen de esta obra, uno de los tesoros más grandes del maestro florentino.

El enigma sobrevuela toda la obra de Leonardo da Vinci, pero de manera particular, la Dama y el armiño.

Realizado por un Leonardo recién llegado a Milán (entre 1482 y 1499) el cuadro tendrá un rol protagónico en la historia del arte, aunque paradójicamente no sea la obra más conocida del artista renacentista.

La obra sólo será atribuída a Leonardo hasta finales del siglo XVII, aunque fue renombrada y admirada durante el renacimiento artístico milanés de aquellos años.

La dama del armiño ha tenido una historia por demás turbulenta y su paradero es confuso hasta el siglo XIX. Se sabe que fue adquirida en Italia hacia 1800 por el príncipe polaco Adam Jerzy Czartoryski (1734-1823), quien se la regaló a su madre y la depositó en el museo del mismo nombre de la ciudad de Cracovia.

Durante la Segunda Guerra Mundial, el cuadro, junto con otras piezas de la colección Czartoryski, estuvo oculto en el castillo de Wawel, donde fue encontrado por los nazis durante la invasión a Polonia, y llevado a Berlín.

Museo Czartoryski, en Cracovia, la capital de Polonia.

Posteriormente, toda la colección fue recuperada por las fuerzas aliadas y devuelta a sus legítimos propietarios. Fue adquirida en 2016 por el Estado polaco por una suma de casi 100 millones de euros, lo que desató una gran polémica debido a que su valor estimado era de unos 2.000 millones de euros, un precio mucho mayor. La familia Czartoryski señaló que se trató de una donación.

La obra se conserva actualmente en el Museo Czartoryski, en Cracovia, la capital de Polonia. Fue la propia princesa Isabel Czartoryski quien hizo que se agregara, en lo alto a la izquierda de la tabla, la inscripción apócrifa: “LA BELLE FERONIERE LEONARD D´AWINCHI”.

Un retrato moderno

La Dama y el Armiño es ante todo una obra innovadora para su época. Por un lado, Leonardo abandona la iconografía clásica de la pintura de la época, en la que el personaje sólo se representaba de perfil, e introduce una vista de tres cuartos.

Por otro lado, el cuerpo de la modelo está inclinado hacia la izquierda, pero sus ojos están vueltos hacia la derecha, como si buscara a alguien. El pequeño animal, con las orejas estiradas, también parece estar alerta. Es como si alguien hubiera entrado en la habitación y Leonardo capta el alma de la escena en ese instante. Tanto la mujer como el armiño ya no son meras figuras estáticas, sino que se ven envueltos en una situación real, en la que presumiblemente hay un tercer personaje no representado. El cuadro destila vitalidad.

Leonardo introduce el concepto de los “movimientos del alma“, representa los sentimientos, los estados de ánimo, introduciendo los gestos a la apariencia física de la figura. En este cuadro, la mujer consigue expresar sus pensamientos a través de su postura, su mirada y los gestos sensibles de su rostro y sus manos.

Pintado al óleo sobre tabla de nogal, el historiador del arte John Pope-Hennessy lo ha calificado de primer retrato moderno de la historia del arte. También fue uno de los cuadros en los que Leonardo empezó a utilizar el óleo en lugar del clásico temple. La consistencia y transparencia de este material facilitaba así la técnica del claroscuro

La Dama del armiño se considera con razón, uno de sus retratos más fascinantes del mundo: representa un extraordinario ejemplo de penetración psicológica.

Cecilia

¿Quién es la dama del cuadro? Fueron varias las hipótesis al respecto:

Una de ellas identificaba a la niña como Belle Ferronière por la inscripción que figura en el cuadro; otros señalaban a Caterina Sforza (1463-1509), hija de Galeazzo Maria Sforza (1444-1476), hermano de Ludovico, en recuerdo de la conspiración de 1476.

Otra versión indicaba que se trataba de Ana de Bretaña (1477-1514), esposa del rey francés Carlos VIII (1470-1498), por su parecido con un retrato oficial suyo y una cuarta hipótesis hablaba de Claudia de Francia (1499-1524), esposa del rey Francisco I (1494-1547) de Francia, por sus rasgos similares.

Las dos últimas teorías se basan más en la frecuente presencia de la corte francesa en Blois y Amboise, cerca de Clos-Lucé, donde vivía Leonardo y donde es posible que posaran para él.

Pero la versión más difundida, es que la Dama con el armiño es Cecilia Gallerani. No se sabe mucho de la vida de Cecilia, no se conocen sus rasgos ni se han encontrado los dibujos que Leonardo hizo de ella. Además, el armiño en los brazos de la joven no forma parte de la heráldica de la familia Gallerani.

Esta hipótesis se basa en un documento histórico: la principal fuente en la que se basa la identificación de Cecilia Gallerani como la dama del cuadro procede del soneto del poeta cortesano Bernardo Bellincioni, quien, al elogiar el retrato de Leonardo, menciona expresamente a la susodicha: 

“‘Di che te adiri, a chi enidia hai, natura?’ / ‘Al Vinci, che ha citrato una tua stella, / Cecilia così belissima hoggi è quella / che a’ suoi begli ochi el sol par umbra oscura'”. 

Bernardo Bellincioni (1452-1492) fue un poeta italiano que comenzó su carrera en la corte de Lorenzo el Magnífico en Florencia, para pasar luego a la corte de Ludovico el moro en Milán. Durante el Renacimiento, el ducado de Milán se distinguió no tanto por la pintura, sino por la música.

Esta hipótesis se refuerza en la concordancia de edad: teniendo en cuenta el periodo milanés de Leonardo (1482-1499) y el de la relación sentimental entre Cecilia y Ludovico (1488-1491) de la cual nacería un hijo, Cesare. Cecilia tendría en esa coyuntura entre dieciséis y veinte años. Es precisamente este intervalo de edad el que parece demostrar la joven del cuadro. Después que Cecilia diera a luz a su hijo, el moro arregló su matrimonio con un conde acomodado quien permitió a la joven convertirse en una gran mecena de las letras y una gran amiga de Leonardo.

El animal

Cecilia aparece retratada sosteniendo un armiño, pequeño animal cuyo nombre griego (galè) corresponde a las dos primeras sílabas de su apellido. Estos eran los clásicos juegos de palabras que amaba hacer Leonardo. El animal, se identifica además al propio Ludovico el moro quien era caballero de la Orden del Armiño (prestigioso título que le confirió el rey Fernando I de Nápoles). El armiño era también símbolo de castidad, por lo que se representaba con frecuencia en las armas de las doncellas nobles. Leonardo cargaba de simbolismos la escena. El armiño era en cierto modo la personificación de Ludovico el Moro: interpretando así en clave política la presencia del animal en el cuadro de Leonardo.

El peinado y el tocado de la modelo se llamaban en esa época coazzone y, junto con el vestido de estilo español, ponen de relieve la elegancia y los estilos estéticos imperantes en el Milán de la época. Llevado por Isabel de Aragón, casada con el asesinado duque Galeazzo Maria Sforza, el estilo español se impuso a la aristocracia milanesa a finales del siglo XV. 

Justo cuando la historia de amor entre Cecilia y el moro llegaba a su fin, el duque encargó a Leonardo que pintara el cuadro, su primera pintura desde que había llegado a Milán siete años antes.

Hasta ese momento, Leonardo había participado en la organización de fiestas y el proyecto del monumento ecuestre a Francesco Sforza, por lo que la Dama y el armiño representa el primer encargo como artista. Es precisamente en esa época que Ludovico se convierte oficialmente en Duque de Milán, Rodrigo Borgia era proclamado Papa Alejandro VI e iniciaba la Conquista de América. 

Retratos posteriores de Leonardo da Vinci: a la derecha de la Dama y el Armiño, Le belle Ferroniére (1490-1494) y La Gioconda (hacia 1503-1513).