Ideado por María Teresa de Austria, cuna de grandes artistas como Giuseppe Verdi y de María Callas, el famoso teatro de Milán tiene una historia fascinante.

E l primer Teatro Ducal de la ciudad se construyó en el año 1598, dentro del actual Palazzo Reale, al lado del Duomo. En esa época, la calefacción se realizaba con braseros y la iluminación con velas, por lo que este tipo de edificios eran muy propensos a los incendios. Cada familia noble de la ciudad poseía un palco en el teatro, lo que era un signo de status muy importante.

En 1776 tras el último incendio del Teatro (del que nunca se descubrió el artífice), se decidió cambiar la sede. Muchos sospecharon en aquella época, que el provocador del fuego había sido el propio duque Fernando de Habsburgo, quien se encontraba al frente de los destinos de la ciudad. Los incendios eran recurrentes y cada vez que ocurría uno, el teatro debía reconstruirse. De ahí la decisión llevar al teatro a un lugar más alejado y más seguro.

Los nobles de la ciudad, reunidos en asamblea, pretendían la construcción de un nuevo edificio, ofreciéndose a pagar por ello, con la condición de mantener la propiedad de los palcos. La emperatriz María Teresa de Austria, acepta la propuesta y firma el decreto. Años más tarde el teatro de Viena será construído siguiendo el modelo del teatro de Milán.

Dibujo del teatro La Scala, Museo de La Scala, Milán

Dibujo del teatro La Scala, Museo de La Scala, Milán

Buscando dónde reconstruirlo, se terminó eligiendo una vieja iglesia gótica, edificada en el 1381 y fundada por la Reina della Scala, Beatrice de Verona, de la cual toma su nombre. Una iglesia que para esa época ya no era utilizada. En Agosto del 1776 iniciaron los trabajos de La Scala, trabajos que terminarían en el verano del 1778.

El 3 de agosto de 1778, el teatro sería inaugurado con la obra “La Europa reconocida”, de Antonio Salieri.

El proyecto de la obra estuvo a cargo del arquitecto Giuseppe Piermarini, quien ya había trabajado para la familia imperial en las refacciones del Palazzo Reale y que le trajo la designación de arquitecto imperial para todas las obras de la Lombardía. Fue el verdadero representante de la arquitectura neoclásica, trabajando incluso en edificios privados y parques públicos.

La fachada del nuevo teatro fue una verdadera obra neoclásica, con un lenguaje que se funda en un estilo severo y lineal, elegante pero sombrío. Luego de La Scala, Piermarini se dedicó a la construcción del otro teatro milanés, Della Cannobbiana (hoy demolido), del teatro de Mantova y el de Monza.

Dibujo de la Iglesia della Scala, Museo del Teatro de La Scala, Milán

Dibujo de la Iglesia della Scala, Museo del Teatro de La Scala, Milán

La Scala por dentro

Piermarini llevó a cabo el diseño de la parte ornamental, de los frescos y hasta la decoración de los palcos. A estos se accedía, como hoy, por las dos escaleras en pinza a los lados del ingreso, hechas en madera. Los tapizados eran en telas de Viena y predominaba el color celeste. El rojo característico de ahora llegó en el 1800. Sobre los palcos, Piermarini realizó la galería y la piccionaia, el “gallinero”. El arquitecto también diseñó el palco imperial o archiducal.

Los palcos históricos han quedado prácticamente iguales desde la época de la construcción hasta hoy, y el palco imperial, es el mejor lugar del teatro para ver la función. Un hecho interesante es que nunca en toda la historia del teatro de la Scala, se ha puesto en venta un billete para ocupar este lugar. Todos los visitantes lo han disfrutado como invitados especiales.

Palcos teatro de La Scala

Palcos teatro de La Scala

En las plateas había puestos en pie o se utilizaban sillas, todo reservado a los llamados “Cappe nere”, los servidores de las familias nobles que se encontraban en los palcos. A su vez, los palcos eran todos distintos ya que cada familia tenía el deber de decorarlo.

Los costos, ya en esa época, eran altos, y cada función dependía del espectáculo que se presentaba. Una entrada podía costar hasta cien liras, y se pagaba siempre en efectivo. En la platea el público fumaba y muchas veces los artistas deambulaban por el lugar, discutiendo con la orquesta o hablando con los espectadores. Muchas familias se llevaban la comida desde sus casas, incluso había habitaciones destinadas a los cocineros particulares.

Había también salas dedicadas al encuentro de los nobles, donde se practicaban juegos de azar. Nunca se hacía silencio en la sala, y en los palcos se comía y se jugaba a juegos clásicos como la bassetta, el faraone o el biribissi. Recién en 1786, los juegos de azar fueron prohibidos.

Los empleados accedían al teatro por las puertas laterales mientras que los nobles, bajaban de sus carrozas en el pórtico central.

Detalle del Parco Imperial del teatro de la Scala

Detalle del Parco Imperial del teatro de la Scala

Napoleón en Milán

El 15 de mayo de 1796, con la llegada de Napoleón Bonaparte y la invasión francesa, la Scala abrió sus puertas para que sonara la Marsellesa. Fue la primera vez que el teatro se abrió a los ciudadanos comunes.

Dibujo de un baile de carnaval, Museo La Scala de Milán

Dibujo de un baile de carnaval, Museo La Scala de Milán

¿Cómo era la plaza de la Scala?

El teatro se asomaba sobre una calle muy estrecha, delante a edificios donde habitaban funcionarios de la policía austríaca. En el 1856 se demolieron todas las casas que estaban delante al teatro para crear la plaza, que fue terminada en el 1865.

Después de la expulsión de los austríacos de la ciudad en 1859, el 9 de agosto de ese año se celebra una función con la presencia del rey Vittorio Emanuele II. Luego de la Unidad de Italia, el Comune sustituye al gobierno austríaco en lo referencia a los subvenciones al teatro. En 1858, el escultor Pietro Magni, gana el concurso para la realización de la estatua a Leonardo Da Vinci y sus discípulos en la Plaza de la Scala.

El Siglo XX

Hasta el 1921 cada palco pertenecía a una familia noble de la ciudad, que podía disponer del palco como quería, incluso decorarlo como mejor le parecía. Podía incluso venderlo pasarlo en herencia. Con la llegada del régimen fascista, el teatro pasó a la órbita del Ministerio de la Educación Nacional, a cargo de un representante de la dictadura. En 1931 Arturo Toscanini, uno de los más reconocidos directores de orquesta italianos y gran opositor de Mussolini, deja La Scala. El gran maestro deberá exiliarse en Estados Unidos para escapar de los nazis por su origen hebreo.

En la noche del 15 al 16 de agosto de 1943, el teatro La Scala sufrió un devastante ataque: una bomba incendiaria cayó sobre el techo provocando graves daños a la sala y los palcos. En los días siguientes, otras bombas cayeron sobre la parte del museo y la parte que da sobre Via Filodrammatici.

También se perdió la araña que iluminaba la gran sala. Después de la bomba, en plena guerra, no habían recursos para poder reconstruir el teatro enseguida, por lo que todas las obras fueron llevadas al Teatro della Cannobiana. Entre el 7 y 15 de agosto de 1943, un millón de bombas incendiarias destruyen la mitad de la ciudad. La última noche, le tocó a La Scala, el día de ferragosto.

El regreso de Toscanini

Será en 1946 que Toscanini regrese a Italia para dirigir el histórico concierto de reapertura del teatro La Scala, el cual había sido completamente destruido tras los bombardeos de los aliados durante la IIGM. Aquel concierto, llamado “De la Liberación”, tuvo también una intención política de llamar a votar por la República, en aquel referéndum convocado después de la guerra donde efectivamente Italia dejaría de ser una monarquía.

El sábado 11 mayo de 1946, a las 21 en punto, Arturo Toscanini sube al teatro de la Scala luego de su exilio. Más de 3 mil espectadores y muchas personas en la plaza reciben al maestro y señalaron además, el renacimiento de la ciudad luego de los dolorosos años de la dictadura y de los bombardeos de la IIGM.

Con el retorno de Toscanini llegan también nuevas reglas como las de hacer silencio y disfrutar del espectáculo en total oscuridad.

La Scala, después del bombardeo de 1943

La Scala, después del bombardeo de 1943

El palco y la orquesta

El gran agujero que hay bajo el escenario es donde se coloca la orquesta durante el ballet. Antes, la orquesta se colocaba al lado del escenario, pero esto generaba que el espectador se distrajera porque no sabía si mirar la orquesta que sonaba o la ópera. Es justamente Toscanini quien decide de construir el agujero, así las personas podían mirar el espectáculo sin distraerse. Lo único que se puede ver es la cabeza y las manos del director de orquesta.

Tiene 110 metros cuadrados, es el más grande de Europa y cuando se llena de músicos, éstos están realmente uno al lado del otro. La orquesta siempre toca en vivo.

Si uno mira al fondo, en el segundo piso, a mano izquierda, verá un palco de color azul, el color originario del teatro. El rojo y el dorado viene después, considerados mucho más adaptados para este tipo de teatros. La reconstrucción que se ha realizado en el 2001-2004 fue una restauración conservativa, donde se han usado 4 kilómetros de una preciosa seda damasco para dejar las sillas como eran antes.

El techo, que es completamente plano, con la perspectiva del contraste de grises, lo hace parecer curvo, pero es sólo un efecto visivo. En la platea, se ha dispuesto unas pequeñas pantallas que van traduciendo la obra, ya que las misma siempre se realizan en lengua original. El volumen en la platea es muy alto por lo que los planos altos tienen mucho mejor acústica, además de mejores vistas.

Vista panorámica del interior del teatro de La Scala

Vista panorámica del interior del teatro de La Scala

Curiosidades
  • El 7 diciembre, el día de San Ambrogio, patrón de Milán, es la “Prima de La Scala”, la inauguración del año de conciertos.
  • En el pasado, cada familia adornaba su palco, y el nivel adquisitivo de cada familia se podía admirar viendo el mismo. Solo la cortina que daba a la platea, era uniforme para todos.
  • Los 700 asientos de la platea, alguna vez destinados a las clases “inferiores”, eran móviles para que pudieran moverse fácilmente y dar lugar al baile o a las competiciones de equitación.
  • El palco número 13 está completamente recubierto de espejos. Se cree que era un método para poder ver qué hacían las personas en los palcos vecinos.
  • Una leyenda dice que pasea dentro del Teatro alla Scala, el fantasma de la soprano María Malibran, una célebre soprano del Siglo XIX muerta muy joven.
  • La gran lámpara que alumbra la Scala cuenta con 400 lamparitas pero a diferencia de lo que se cree, no está realizado de cristal de Bohemia sino de plástico. La elección no se debe a una cuestión económica sino al peso del mismo. El lampadario es una copia del original, destruido durante la IIGM. Para limpiarlo, se necesitan 20 días. Cuenta la leyenda que el famoso “Do de pecho” del tenor Francesco Tamagno (1850-1902),el preferido de Giuseppe Verdi, lo hacía vibrar.
  • Las funciones de La Scala, siempre deben terminar antes de la medianoche.