La aparición de animales salvajes en las ciudades no es una noticia simpática. La deforestación y la agricultura intensiva en la que se basa nuestra alimentación, están provocando el acercamiento de las personas a los animales salvajes y la aparición de nuevos virus para los que no tenemos anticuerpos.

I nvadimos los bosques tropicales y otros paisajes salvajes que albergan tantas especies de animales y plantas, y dentro de esas criaturas, tantos virus desconocidos. Cortamos los árboles; matamos a los animales o los enjaulamos y los enviamos a los mercados. Interrumpimos los ecosistemas y liberamos los virus de sus huéspedes naturales. Cuando eso sucede, ellos necesitan un nuevo huésped. Y a menudo esos huéspedes somos nosotros”. Esas palabras son de David Quammen, periodista y divulgador científico norteamericano y autor de “Contagio” (Spillover. Animal infections and the next human pandemic, 2012), un libro que cuenta el origen animal de las infecciones y el advertimiento de que una pandemia de estas características podía ocurrir.

Para Quammen, somos nosotros los responsables de la pandemia y así lo explica en un artículo firmado por él en el New York Times.Nos enfrentamos a dos desafíos mortales, a corto y largo plazo. A corto plazo: debemos hacer todo lo que podamos, con inteligencia, calma y un compromiso total de recursos, para contener y extinguir este brote de Covid-19 antes de que se convierta, como podría ser, en una devastadora pandemia global. A largo plazo: debemos recordar, cuando se asiente el polvo, que el Covid-19 no fue un evento novedoso o una desgracia que nos sucedió. Es parte de un patrón de elecciones que los humanos estamos haciendo”.

Los daños causados en el medio ambiente por las prácticas de agricultura intensiva y la deforestación son, para muchos científicos especializados como Quammen, las causas directas en la aparición y propagación de virus letales como el Covid-19.

 

Pavos reales en Madrid

Tres cuartas partes de las enfermedades que atacan a los seres humanos son zoonosis, enfermedades propias de los animales que incidentalmente puede comunicarse a las personas. La deforestación para la reconversión de las tierras en terrenos agrícolas y la intensificación que provoca la agricultura intensiva, termina acotando las distancia entre los humanos y la fauna selvática, portadora de muchos de estos virus.

Según la Fao, la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura, el aumento de las enfermedades infectivas coincide con el crecimiento de la tasa de deforestación de la selva tropical de los últimos decenios. La selva, rica en biodiversidad, pero también es rica en microorganismos.

Jabalíes en Bérgamo

Los murciélagos y el Nipah

“La intensificación de la actividad agrícola y la deforestación fueron, por ejemplo, los principales motores del desarrollo del virus del Nipah, que en 1998 provocó en Malasia cientos de casos de encefalitis”, dice Perrine Mouterde en Le Monde.

“Este virus vivía en los murciélagos frugívoros del norte del país. En aquellos tiempos habían en la región granjas industriales de cerdos. Además, los granjeros habían plantado mangos y otros árboles de fruta para asegurarse una segunda entrada de dinero. Echados de la selva donde vivían, en particular por causa de la explotación del terreno para la cultivación de aceite de palma, los murciélagos se mudaron a aquellos árboles. Las frutas masticadas, la saliva y el excremento que caía, eran comidos por los cerdos. Así, el virus se difunde de un cerdo a otro, de una granja a otra y después a los seres humanos. Fueron sacrificados más de un millón de cerdos”.

Un zorro en Bogotá

Un oso en Asturias

El perfecto equilibrio de la naturaleza hace que todos estos microorganismos sean controlados con filtros epidemiológicos propios de los ecosistemas. Al modificar una parte de su hábitat, se modifica el todo.

 

La diversidad genética adentro de una especie es otro factor a tener en cuenta a la hora de detener la difusión de los agentes patógenos. En una granja agrícola intensiva, la simplificación genética es uniforme, por lo que el virus no encuentra barreras y arrasa.

¿Por qué siempre los murciélagos? “Una de cada cuatro especies de mamíferos es una especie de murciélago”, dice Quammen y agrega: “y no es simplemente que haya muchos en cuanto al número, sino que hay una gran diversidad de murciélagos. Y es posible que cada diferente especie de murciélago tenga sus propias especies de virus. Los murciélagos viven mucho. Uno del tamaño de un ratón puede vivir 18 o 20 años. Un ratón vive uno o dos años. Los murciélagos anidan juntos en colonias multitudinarias. He visto 60.000 en una cueva, todos apretujados. La longevidad y la masificación son circunstancias óptimas para que los virus pasen sin cesar de un individuo a otro. Y otra cosa: hay pruebas ahora, aunque no es seguro, que indican que los murciélagos tienen sistemas de inmunidad que han evolucionado para ser más hospitalarios ante cuerpos ajenos” dice el especialista en una entrevista para el diario El País.

Y por la deforestación, los murciélagos están cada vez más cerca de las ciudades. Pero el problema no son los murciélagos, el problema somos nosotros y nuestras formas de alimentarnos.

Un pinguino en Miramar

El rol de los estados

Para reducir el riesgo de futuras pandemias, la Unión Europea y los gobiernos nacionales deberían bloquear el apoyo a la agricultura intensiva con paquetes de rescate u otros subsidios públicos, al tiempo que incentivar la agricultura a pequeña escala. Pero la realidades que la presión del sector agrícola sobre los gobiernos es muy grande y ya han pedido apoyos para el sector de la carne y los productos lácteos, asegura Greenpeace en su portal en Italiano.

“La cría intensiva tiene un papel bien conocido tanto para la aparición como para la propagación de infecciones virales similares a Covid-19. Se estima que el 73 por ciento de todas las enfermedades infecciosas emergentes provienen de animales y que los animales de granja transmiten una gran cantidad de virus, como los coronavirus y los virus de la influenza, a los humanos.  La cría de animales es el principal impulsor de la destrucción mundial de los bosques y los investigadores estiman que el 31 por ciento de los brotes de enfermedades emergentes están relacionados con cambios en el uso de la tierra, incluido el VIH, el Ébola y el Zika, vinculados a la invasión humana en selvas tropicales”, agrega el informe de la asociación ecologista.

Coyotes en San Francisco

Como parte de la actual Política Agrícola Común (PAC), el sector ganadero europeo ya recibe entre 28 y 32 mil millones de euros al año en subsidios públicos de la UE, el 18- 20 por ciento del presupuesto total de la UE. La gran mayoría de estos pagos respaldan las granjas intensivas más grandes, que suministran más del 72 por ciento de los productos animales en la UE, mientras que las granjas más pequeñas continúan desapareciendo. 

Cerca de tres millones de granjas cerraron entre 2005 y 2013, casi un tercio de todas las granjas de la UE. Italia, entre 2004 y 2016, perdió más de 320 mil empresas (una caída del 38 por ciento) mientras que el número de granjas muy grandes y grandes aumentaron en un 23%.

Cocodrilos en Oaxaca

En Italia, la producción de alimentos está en su gran mayoría producida en grandes granjas industriales. Pese a tener uno de los supermercados mejor fornidos del mundo y de contar con una amplia variedad de productos orgánicos, las gándolas están repletas de productos realizados en condiciones en las que no se respeta al medioambiente. En general, los datos más recientes indican que el 90% de la producción de carne de cerdo en Italia está completamente concentrado en empresas grandes y la producción avícola parece concentrarse en un 95,4% en granjas grandes. Las grandes empresas de producción de leche representan el 50 por ciento del mercado.

Cabras en Gales

La agricultura intensiva en Lombardía

Con estos números, la región de Lombardía se ha confirmado durante varios años como la primera región agrícola de Italia: produce el 37% de leche italiana, el 42% de arroz italiano y el  40% de los productos de cerdo italiano. También es el primero en términos de área dedicada a la agricultura, cuyas actividades cubren el 69% del territorio. Hay en toda la región 50.000 grandes granjas según se desprende del sitio oficial de la Región Lombardía.

La práctica de la agricultura privilegia la productividad, más toneladas por hectárea. Y para ello necesita maquinarias, pesticidas, fertilizantes y semillas modificadas genéticamente. Todo eso, a su vez, requiere una gran inyección de dinero para ponerlo en marcha.

La región de Lombardía se ha confirmado durante varios años como la primera región agrícola de Italia: produce el 37% de leche italiana, el 42% de arroz italiano y el  40% de los productos de cerdo italiano.

 

Un puma en Santiago de Chile

Esta agricultura industrializada está dirigida exclusivamente a la comercialización de productos que son destinados a satisfacer las necesidades de las grandes ciudades, ubicándose en las antípodas del respeto por la biodiversidad de un ecosistema.

Esta vez no fue el turno de la Vaca Loca, esta vez nos tocó a nosotros. El mundo está ahora en busca de una vacuna que frene los contagios masivos del Covid-19. Pero que el árbol no nos tape el bosque, no sólo es necesario terminar con la enfermedad a corto plazo, sino discontinuar con urgencia estos procesos que permiten la difusión de virus para los cuales no tenemos anticuerpos. Es hora de dar un paso en la defensa del cambio climático y una economía verde. Es hora de un verdadero green deal.