Foodcrossing solidario en algunos barrios de la ciudad. Cestas con comidas suspendidas desde ventanas o rejas para que quien necesite saque, y para quien puede, deje.

La solidaridad del pueblo nunca desaparece, y es en los períodos de mayor necesidad, donde más se siente. La “cesta suspendida” (ceste sospese) es un pequeño contenedor amarrado de ventanas y rejas con alimentos, libros y elementos de primera necesidad para ayudar a las personas en dificultad por la crisis del Coronavirus. Este “cruce” de alimentos se realiza de manera completamente anónima bajo el lema “El que necesita toma, el que puede deja”.

La iniciativa surge en un kiosco de via Fiamma 17, donde un grupo de residentes del área de Piazza di Santa Maria del Suffragio llamados Q4Solidale, cuelgan las primeras canastas con productos alimenticios básicos gratuitos. La idea prende fuerza, y rápidamente se comienzan a ver las cestas por toda la ciudad, sostenidos por vecinos, asociaciones, bares o fundaciones.

El pasado 28 de marzo, el gobierno italiano establecía un nuevo decreto destinado a la Emergencia Alimentaria, consecuencia del estancamiento de la economía en el país que ha dejado a a miles de personas que dependen de la economía informal, sin la posibilidad de trabajar. La medida preveía el envío de dinero directamente a los municipios para que estos se encargaran de distribuirlo. En la ciudad de Milán específicamente, se estableció un trámite on line en el sitio web del municipio, para que se estableciera a través del entrecruzamiento de datos de los demandantes, la real necesidad de esos tickets. Una vez otorgada la ayuda, es necesario descargar una Aplicación realizada para tal fin, e ingresando los datos el sistema otorga a cada familia vouchers digitales de diferentes montos con los cuales se puede “pagar” la compra en el supermercado.

La cesta suspendida de Egle y su hijo Camillo, en el barrio de Bergamo

La cesta suspendida de Egle y su hijo Camillo, con la bandera pirata. Barrio de Bergamo, Milán

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Recién esta semana se estableció la primera etapa de registro on line para obtener el voucher, y se espera que la próxima semana se entreguen los códigos digitales. Pero mientras la burocracia organiza un método para llegar a los ciudadanos, la urgencia del hambre apremia. En las últimas dos semanas, las cestas suspendidas se han duplicado en los barrios de la zona norte de la ciudad, como Dérgano y Bovisa, barrios históricamente obreros de la periferia milanesa, y son mantenidas activas en su mayoría por redes de mujeres de la zona.

“Las cestas colgantes se crearon para ayudar a las personas con dificultades: en las últimas semanas, debido al bloqueo total debido a la emergencia sanitaria, ha surgido una ‘nueva pobreza’. Muchas personas repentinamente se encuentran sin trabajo, no saben a dónde acudir y, quizás, les da vergüenza pedir ayuda. Apoyamos a los habitantes de nuestro vecindario, ¡a menudo son familias con niños! La red de mujeres que ha extendido las Cestas Colgantes en el vecindario está monitoreando la situación, pero la contribución de todas las ciudadanas y ciudadanos es muy importante para informar a las personas en situaciones difíciles o críticas”. Con ese mensaje, y con un mapa donde se han individualizado los puntos de las cestas, las redes sociales ayudan a la difusión de la iniciativa:

Egle es una vecina de Dérgano, y junto a su hijo de 8 años, ha puesto una cesta en las rejas de la escuela que se encuentra al frente de su casa. “La cesta se vacía rápidamente”, me dice. “Pero también aparecen alimentos dejados ahí por desconocidos”. El pueblo siempre salvará al pueblo.

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